Después de que la extinta guerrilla de las Farc reconociera que es la responsable del magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado y los asesinatos de los exguerrilleros Hernando Pizarro Leongómez y José Fedor Rey, el economista Jesús Antonio Bejarano, el general Fernando Landazábal Reyes -exministro de Defensa- y el representante a la Cámara Pablo Emilio Guarín, el exministro Álvaro Leyva envió una carta al país, en la que no sólo relató sus vínculos estrechos con las víctimas sino que también propuso un movimiento nacional por la paz que permita esclarecer los hechos del conflicto, “por difíciles e incómodos que sean”, como una necesidad para la construcción de la paz y la reconciliación.
Hoy Rodrigo Londoño, conocido en la guerra como Timochenko, le respondió, según él, “luchando con el nudo en la garganta” que le produjo su sentida misiva. En primer lugar, el excomandante de las extintas Farc le confesó que lo estremeció “la descripción de su llanto adolorido ante el cadáver del doctor Álvaro Gómez Hurtado. De inmediato comprendí el tamaño de su lealtad hacia el líder asesinado, así como el sufrimiento ocasionado a personas como usted, a la familia del gran político y a buena parte del país nacional”.
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Londoño explicó que el resentimiento contra los Gómez Hurtado arrancó a sus tempranos 17 años, cuando ingresó a las extintas Farc. En ese entonces existía “una alianza denominada en los medios de oposición la tenaza López-Gómez”. Los dos políticos enfrentados en las urnas dos años atrás, “se habían aliado para dirigir el país, despertando incluso el repudio del sector pastranista del partido conservador”. Recordó que el grandioso paro cívico que le hizo a López Michelsen el 14 de septiembre de 1977 tuvo una enorme dimensión por este apoyo.
A través de la carta, relató que desde niño escuchó hablar de la violencia liberal conservadora de los años 50 y del papel desempeñado Laureano Gómez y su hijo, Álvaro Gómez Hurtado: “En las FARC este último político aparecía como el senador que había incendiado el Congreso de la República, clamando por el exterminio de las llamadas repúblicas independientes. No resultaba difícil alimentar ideas y sentimientos negativos hacia él”. Y agregó: “Es el grave peligro del sectarismo en política”.
Cuando la política se torna a violencia, dijo Londoño, “cuando las detonaciones y la sangre reemplazan el debate civilizado, cuando se pretende tejer el futuro eliminando al contrario, cuando la guerra se torna ley, las más elementales consideraciones ceden su lugar a la pasión, los odios y el deseo de venganza. Pobre país al que le sucede eso. Nadie como los colombianos para certificarlo”.
Las Farc creían que con un atentado personal podrían solucionarlo todo, según Londoño, pero pronto se dieron cuenta de cuán equivocados estaban y de cómo contribuyeron al infierno en el que se convirtió Colombia. Por eso hoy condenan de manera enfática cualquier acción violenta: “Como lo dice usted en su carta, no más. Ya no más, nunca”.
Londoño repitió en la carta que la guerra ciega. Cegó en ese entonces a la dirección de Farc que decidió asesinar al excandidato conservador, cuando “era un hombre completamente diferente al de décadas atrás, una especie de profeta que se hallaba por encima del bien y del mal, preocupado fundamentalmente por el futuro del país. Y porque ese futuro fuera de paz”.
Se equivocaron y hoy lo reconocen ante la JEP, pero también a través de esta carta dirigida al político: “Por eso, doctor Leyva, porque su nobleza ha sido inquebrantable, tenemos que pedirle un doble perdón. Por ser los responsables de la muerte del político que tanta devoción le despertó en la vida, y por ese silencio de lustros que, pese a la confianza que siempre nos demostró usted, mantuvimos durante tanto tiempo, primero por conveniencia y finalmente por una paralizante vergüenza”.
El exjefe guerrillero extendió su perdón “a la familia Gómez, al partido conservador, al país, a toda la gente de buena voluntad que pueda haberse sentido lesionada por nuestra conducta”. Londoño aceptó que callaron "al verlos enfrentados, esperando que las contradicciones desatadas en las alturas terminaran por echar abajo los pilares del régimen, al que considerábamos oligárquico y criminal, y al que queríamos ver hecho añicos. Salvo las heridas y la inquina acrecentada nada más se produjo.”
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Aseguró que, como ha hecho Leyva durante más de 30 años, los excombatientes luchaban por la paz, pero alzados en armados porque las circunstancias del país lo imponían. Sin embargo, desde que firmaron el Acuerdo de Paz, en 2016, se comprometieron volver a la democracia y contar la verdad en las instancias creadas: la Comisión de la Verdad, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas.
“Uno de cuyos más importantes componentes es la verdad. Por dolorosa y terrible que sea. Efectivamente, fuimos las FARC-EP las únicas responsables del execrable hecho de haber privado de su vida al doctor Álvaro Gómez Hurtado. Y la Jurisdicción Especial para la Paz, así como la Comisión de la Verdad, recibirán de nosotros los elementos que pueden acreditarlo”, señaló el exjefe guerrillero.
El hoy director del partido FARC señaló que el doctor Álvaro Gómez Hurtado “merece descansar en paz”. Por eso pidió que dejen de victimizarlo una y otra vez con el fin de saciar aspiraciones: “Somos los únicos responsables de su muerte, por favor, que dejen de buscar el ahogado aguas arriba”. El Acuerdo de Paz, finalizó Londoño, es la puerta que merecen otras generaciones y por esa razón, más que nunca, se unen al clamor de verdad, con el que se podrá cerrar “la página horrorosa de la guerra”.